domingo, 30 de enero de 2022

Uno de los nuestros

En el día en el que los hispanos han logrado una meritoria medalla de plata en el europeo de balonmano, un día después de la 131ª victoria de Alejandro Valverde, Rafael Nadal Parera se ha convertido en el primer tenista masculino en ganar 21 Grand Slams. Podría escribir eso, poner una foto y marcar con un tic que he cumplido ese ritual que llevo haciendo desde que comencé el blog, escribir sobre los hitos del deporte español.

Es verdad que desde que el Bala ganó su campeonato del mundo han sucedido cosas importantes para nuestros deportistas pero también es verdad que el día a día, los compromisos y la pereza han hecho que deje esto más abandonado que nunca. Decía que podría poner un 21 gigante y pasar página, pero lo que ha ocurrido hoy ha sido fantabuloso. Por lo que significa, sin duda, pero por cómo se ha producido creo que merece una gran entrada en este humilde blog.

Andre Agassi en su biografía Open dice que cuando se enfrentó a Nadal en Wimbledon 2006 creyó hacerlo contra el jugador más fuerte y a la vez más grácil que había visto en su vida. En mi opinión la palabra que mejor puede definir al de Manacor es la de un ser inhumano. Hoy ha vuelto a demostrar con casi 36 años, diez más que su contrincante de hoy, habiendo perdido los dos primeros sets, en un partido en el que el nivel de tenis ha sido altísimo, que sus gestas son de otro planeta.

Su perseverancia, tenacidad, ímpetu y tesón son dignos de estudio. En un deporte en el que el factor mental es fundamental, Rafa Nadal es Dios. Australia le debía un éxito así tras cuatro finales perdidas y una gran ristra de lesiones en esa pista con nombre de otro de los grandes de este deporte. En una época en la que la salud mental empieza a cobrar visibilidad y notoriedad uno de los nuestros se ha erigido como estandarte de la subsistencia, la entrega y el arrojo para combatir cualquier adversidad.

Hoy has hecho historia Rafa y eso es algo que hay que dejar constancia para siempre. 


jueves, 4 de octubre de 2018

Bala de campeón




El domingo viví mi mayor alegría deportiva del año. Lo digo así porque creo que muchas veces, para hacer memoria, usamos los hitos deportivos como marcadores cronológicos de esto que va pasando y llamamos vida. En 1992 con los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1996 y el doblete de mi Atleti, 2008, 2010, 2012 con las alegrías que nos dio la selección de fútbol.

Este año ha ganado el Madrid su tercera Champions seguida, el Atleti la Europa League y posiblemente sea el primer año de los últimos diez en que no ganarán ni Messi ni Cristiano el Balón de Oro, pero lo que de verdad me ha puesto contento ha sido lo que ha conseguido Alejandro Valverde.

Por ocio no pude ver la carrera pero las personas que me escribieron mensajes cuando El Bala cruzó la meta dicen el mucho de lo que me conocen por la afición y admiración que profeso por el murciano. En ese momento, en pleno festival, el mundo se paró y me trasladé a Innsbruck, donde, todavía el puño cerrado, Valverde se desgañitaba en brazos de su siempre amigo y fisio Escámez. Esa imagen me emocionó y en ese momento mi felicidad se desbordó en forma de lágrimas que pocos comprendían.

Haciendo un repaso por su historial (hay que tomarse su tiempo para verlo al completo) quiero destacar sus victorias en las grandes vueltas, en todas, sus victorias en las vueltas de una semana, en todas, y su afán por estar siempre ahí, en la llegada con los primeros, sea sprint o llegada en alto, sea en el muro de Huy o en cualquier crono. Giro, Tour, Vuelta, Volta, Andalucía, Itzulia, Valencia, Murcia, San Sebastián, Campeonato de España en Ruta, Campeonato de España Contrarreloj, Flecha Valona, Lieja-Bastoña-Lieja, Roma Máxima, etcétera, etcétera, etcétera. En todas tiene Alejandro Valverde grabado su nombre. Es más dífícil buscar una prueba de la Uci Pro Tour que no haya logrado que hacerlo de una que si.

Y hablando de destacar victorias, hay una, que sin ser victoria me ha hecho dar más dimensión a este Campeonato del Mundo en fondo en carretera. Año 2003, un Alejandro Valverde novel consigue un tercer puesto en la Vuelta a España ganando dos etapas y la clasificación de la combinada, y, un mes después, logra la medalla de plata en el Mundial de Hamilton, en Canadá, por detrás de Igor Astarloa. Año 2003, 23 años tenía el Bala, los mismos que tiene hoy Enric Mas, suena estupendo.

jueves, 17 de mayo de 2018

Maneras de ganar

Hace tanto que no escribo que me da cierto respeto ponerme frente a la hoja en blanco y empezar a soltar las palabras que deambulan por mis pensamientos.

El Atleti ha ganado su tercera Europa League. Mi Atleti. Ese equipo del que soy seguidor desde que me llamó la atención su camiseta a rayas rojiblancas. En realidad me falta por escribir un gran episodio que tuve la suerte de vivir el año pasado, la despedida del estadio donde me pasó aquello. En la lista de tareas pendientes está y algún día cobrará vida.

Pero estábamos en la noche de hoy, mediados de Mayo, año de Mundial, el Atleti gana un título europeo. Podríamos estar hablando de 2010, aquella final ante el Fulham, esos goles de Forlán. Pero no, han pasado ocho años y ojalá se repita lo vivido en aquel Mundial.

En estos ocho años han pasado muchas cosas en el Atlético de Madrid. Todas de la mano del Cholo Simeone, Dios le tenga reservado un altar. Se volvió a ganar la Europa League en 2012, la Copa del Rey en el Bernabéu ante el Madrid en 2013, la Liga en 2014, así como supercopas varias y clasificación para Liga de Campeones año sí año también. Hasta ahí todo a pedir de boca.

La realidad yo la veo diferente. De cinco temporadas en la Champions, el Madrid nos ha eliminado en cuatro de ellas, para más inri dos en la final, y en la última, o sea, en esta, no haber conseguido ganar al Qarabag en ninguno de los dos partidos nos ha privado de seguir en la competición en la que por equipo y categoría merecíamos estar. Sendos empates nos enviaron a la Europa League, o lo que es lo mismo, a la segunda división europea.

Por eso hoy no estoy con ánimos de celebrar nada. Estoy contento, si, pero porque ha ganado mi equipo, no porque tengamos un título más en una vitrina a la que le falta el más importante, el que hemos acariciado hasta el minuto 93', el que hemos perdido cuatro veces ante los mismos.

Quien me conoce sabe de lo que hablo. Para mi Simeone murió en su altar en Milán cuando dijo aquello de que tenía 35 millones de razones para irse y necesitaba pensar en su futuro. Para mi vuelve a morir cada fin de semana en el que jugamos al 1-0 o, a veces, contra el Barça se vio claramente, al 0-0. Creo que un entrenador que valora su continuidad a ser el tercer personaje mejor pagado de la Liga (por debajo de Messi y Cristiano) no merece más homenaje que el de agradecer sus servicios prestados y ya vendrá otro que lo haga mejor o peor, o tal vez igual (véase el Barça de Guardiola y Luís Enrique). Lo que está claro es que el club está por encima de todos, y el Atlético de Madrid existía antes y existirá después de Simeones, Griezmanns, Forlanes o Agüeros.

Ser del Atleti es algo tan difícil de explicar como bonito de vivir, mañana muchos niños irán con sus camisetas rojiblancas al colegio igual que fueron un día después de Lisboa y de Milán, porque nosotros solo tenemos un motivo y es el de quedarnos hasta la muerte.

sábado, 18 de junio de 2016

Eso es fútbol

Llevamos ya más de una semana de Eurocopa. Cuando comencé el blog, allá por 2010, hice un flashback de unas líneas que escribí cuando ganamos la Euro'08, quizás por eso para mi la Eurocopa siempre tenga un valor especial que, sin llegar a ser el que me profesan los mundiales (me hice seguidor de fútbol en USA'94 y alcancé la gloria en 2010), puede situarse muy cerca.

Digo que llevamos ya más de siete días de fútbol con partidos a las tres, a las seis y a las nueve. Por cuestiones laborales no pude vivir hasta anoche ninguno en directo. Si he sabido de los golazos de Payet, el gran acierto de Bale desde los tiros libres y esa zona Cesarini que cada vez es menos desconocida para todos por el gran número de goles que se están dando en ella.

He de decir que hasta el lunes por la noche, cuando recibí una de las mejores críticas que he leído sobre un partido de fútbol (las cosas hechas desde el corazón se valoran mucho más), no tenía puestas muchas esperanzas en la selección española. Me parecía como si desde la Euro'12 se hubiesen dejado llevar y eso trajo como consecuencia ese nefasto mundial en Brasil. La verdad es que pensaba que en Francia íbamos a estar igual. Me sorprendió muy gratamente un equipo que aún con gente veterana (Ramos, Cesc, Iniesta, Silva) tuviera el carácter ganador y ese aire nuevo que tanto necesitaba el grupo.

Ayer pude contrastarlo por mi mismo. Si bien es cierto que Turquía ha ido de vacaciones al torneo, España jugó mucho y muy bien durante los 90 minutos. No hubo otro equipo en el campo y no vi ningún momento de peligro. Me recordó mucho al partido con Rusia en la Euro'08, el primero de la fase de grupos, muy compactos y muy pendientes de recuperar cuando perdían el balón. Y con un Morata jugando entre los centrales de escándalo. Un gran partido para crear afición, por lo menos la mía que andaba un poco dispersa después de aquel descalabro brasileño.

Y hablando de afición, no quería olvidarme de esto último antes de acabar. El fútbol es eso, lo de ayer, los goles de Italia en la zona Cesarini, la suerte de la anfitriona y el miedo que da Alemania solamente por su nombre. Los horteras españoles disfrazados de toreros y el abrazo entre Arda Turan y Juanfran al terminar el partido. He estado una semana sin poder ver fútbol porque estaba trabajando, pero cuando leía la prensa los titulares los ocupaban los indeseables de siempre que ven en el deporte un arma propagandística de no se qué causa perdida. Porque hay que estar muy perdido en la vida para pelearte con otro por llevar una bandera diferente a la tuya. No quería olvidarme de ellos porque me han hecho tener que buscar entre sus palizas los goles y resultados de estos días, pero sí he querido dejarles en este último lugar con la idea de que quien me lea no tenga que hacer lo mismo.


domingo, 29 de mayo de 2016

Once a cero

Bueno pues esto es así. El fútbol son once contra once y siempre ganan los alemanes. Se podría aplicar al Madrid. Nunca les vi perder una gran final. Enhorabuena a todos los que os sintáis madridistas, de corazón.

Esto me hace ver que las cábalas son eso, cábalas. Que por mucho que bese el escudo un determinado número de veces durante el partido el final no lo voy a cambiar yo a golpe de pecho. Nunca dejes de creer ha sido el lema del Atlético en esta Champions y hemos llegado hasta los penaltis en la mismísima final, espero que el año que viene, o cuando sea, cambiemos el creer por ganar, por aplastar, por ir a por la victoria desde el minuto uno y cuando marquemos gol ir a por el segundo y no a esperar que vengan ellos a meternos el primero.

No puedo reprochar nada al estilo de juego de Simeone. Nunca criticaré algo que nos ha cambiado tanto la cara en los últimos años y nos ha proporcionado gloria y nombre en un deporte en el que estábamos a años luz de los equipos con los que ahora nos codeamos. Pero si me gustaría, desde aquí, desahogarme ante esa forma de ver el fútbol asustadiza que tienen últimamente la mayoría de los técnicos.

Hoy el Atleti ha salido nervioso, con dudas y quizás con ese miedo de que volviera a ocurrir lo de hace dos años. Hasta que no ha metido Sergio Ramos solo había un equipo en el terreno de juego, después se ha empezado a soltar y a tocar el balón, cosa que cuando lo hace no se le da nada mal. ¿Por qué ha pasado esto? Porque el Madrid ha reculado, en contra de ir a matar el partido con un segundo gol ha esperado atrás, jugando a ser el Atleti, contragolpeando, haciéndose fuerte en defensa para sentenciar en ataque.

El Madrid tiene mucha más calidad que eso. Y creo que el Atleti también. Esta noche he visto a dos equipos fundidos físicamente pero con las ideas muy claras tácticamente. Me parece que esto no le viene bien al fútbol, puede ser muy noble que un equipo como el Leicester gane la Premier a ritmo de cerrojazo y contras pero con buenos jugadores hay que tener más el balón, mimarlo y encontrar la paciencia necesaria para acabar creando una buena ocasión.

Escribo vomitando sentimientos encontrados en un día en el que, de verdad, me imaginé campeón. Ha sido bastante duro volver a ver el fatal desenlace pero no queda más que levantarse y seguir intentándolo. No me planteo cuando veré a mi Atleti campeón de la Champions, ni siquiera si lo veré alguna vez, solamente pido que si volvemos a una final, entonces, sea para ganarla.

sábado, 28 de mayo de 2016

Es mucho más que eso

Lo he vuelto a hacer, he dejado que pase más de un año para volver a escribir. Lo cierto es que no me parece que haya pasado tanto desde aquella nefasta mañana en que dos grupos de energúmenos quedaran para pegarse haciéndose llamar aficionados de fútbol y portando los colores de dos equipos que son solo eso, equipos de fútbol.

Decía que lo he vuelto hacer por el paso de tiempo entre entrada y entrada y por el otro motivo fundamental, las horas previas a un gran acontecimiento deportivo. Ocurrió hace dos años y ocurre ahora de nuevo: me veo en la necesidad de escribir para canalizar mis sentimientos, mis emociones y quizás todo el nerviosismo que late patente hasta en el último apéndice de mi cuerpo. ¡Cuánta razón tiene esa persona de la que os hablé!

Me gusta leerme con el paso del tiempo. Lo que escribí en su día me evoca al momento en el que me puse delante del ordenador y despedacé una a una las cosas que se iban alternando en mi cabeza con permiso de las mariposas subiendo y bajando por un estómago que ya está acostumbrado al ayuno en esos días de pasión.

Pocos entenderéis lo que digo, mucho pensareís que ando majareta, sólo algunos se acordarán de esa mítica frase de Bill Shankly en la que dice que muchos creen que el fútbol es una cuestión de vida o muerte pero para él es mucho más que eso. Hoy el mundo del fútbol gira en torno a Milán. Hoy parte de mi vida se juega en ese partido.

¿Por qué? Porque nunca he visto campeón de Europa a mi Atleti. Porque lo llegué a ver como algo imposible. Porque cuando me preguntaban si España o el Atleti contestaba que los dos. Porque cuando me preguntan si España o el Atleti contesto que el Atleti. Porque todo cambiará para mi, lo habré visto, pasaré de página, dejaré de ganar los nervios en la previa para perderlos durante los noventa minutos. Porque no molestaré con eso a la persona que tenga al lado. Porque ver fútbol sólo te acaba dejando tarumba. Porque ya perdimos dos y los de enfrente tienen diez. Porque la anterior no pude verla (¡y cuánto agradezco esa boda el sufrimiento que me evitó!). Porque quiero ganar. Porque necesitamos ese título ya. Porque cuando pintemos una orejona en el autobus o la mostremos en la sala de trofeos significará que la hemos ganado, que somos campeones, y cuando alguien es campeón una vez lo es para siempre.

Hoy me he permitido darme el gusto de comer y ver una gran etapa de Giro en la que Valverde ha logrado recortar el tiempo suficiente para acabar mañana en Turín en el podio de vencedores. Níbali ha vuelto a sacar su superclase y estará por segunda vez en lo más alto de la carrera italiana. Bicampeón. Lo será para siempre. Como este 28 de mayo espero que sea para nosotros, la familia atlética, el día en el que fuimos campeones.

Porque quiero ver fútbol con mi padre, con mi hermano, con mis amigos, y que sea solo eso: fútbol.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Esto NO es fútbol


Ha sido la noticia del día, una reyerta en las inmediaciones del Estadio Vicente Calderón deja un muerto, una decena de heridos y otras tantas de detenidos. Tal y como ha dicho el bueno de Víctor Fernández: deleznable. A mi me ha pillado recién levantado, aún en la cama, mirando las alineaciones del partido, ¡qué poco interés ha despertado éste!; como bien ha escrito Ladislao Moñino en El País, ¿qué importa que haya ganado el Atleti después de estos lamentables hechos?

Pero lo que me pregunto yo y a estas alturas del día aún no he sabido responderme es qué tipo de persona se despierta un domingo a las 8 de la mañana para pegarse. Puedo entender que madrugues para miles de cosas pero para darte una paliza contra seres que se diferencian de ti por pensar de otra manera, ¿de verdad esta gente son humanos como tú y como yo? Es triste pero si, lo son.

Y quiero recalcar lo de pensar de otra manera. Desde siempre, los ultras de los equipos de fútbol han ligado la política a sus colores. Han hecho del deporte su elemento propagandístico. Esto es un hecho, hay aficiones de extrema izquierda y aficiones de extrema derecha, hoy mismamente he leído que los Riazor Blues (izquierda) han recibido apoyo de los Bukaneros (ultras del Rayo). También quiero decir que no hay que meter en el mismo saco a la gente que ve el partido al lado de los grupos ultras con los propios grupos, la última vez que estuve en el Calderón lo hice gracias a un abono de la grada joven situado en la zona del Frente Atlético y no soy ningún asesino, al igual que tengo muchos amigos que se sientan con los Bukaneros y no les veo saliendo de la cama a las 7:oo am para darse de palos.

¿Los clubes deberían tomar cartas en el asunto? Por supuesto. ¿Es un caso de violencia en el deporte? A mi modo de entender el fútbol sí. Yo cuando voy al estadio no contabilizo solamente los 90 minutos del partido. El ir, los prolegómenos, incluso el descanso son momentos en los que disfruto de ese momento que se da una o dos veces a la semana (en mi caso una o dos veces al año) y considero tan especial como quien va al teatro o al cine y después comenta lo que ha visto. ¿Ha sido sensato el Atlético de Madrid diciendo que no tiene nada que ver con ellos? En parte si y en parte no. No tiene que ver con ellos porque esta gentuza no se ha reunido en nombre del Atlético de Madrid ni Deportivo de la Coruña, pero si pertenecen a Frente Atlético y Riazor Blues; y mientras ambos grupos sigan estando dentro de sus estadios los dirigentes de sus equipos si tendrán que ver con sus actuaciones.

Me da pena por el fútbol que como deporte tiene unos valores que en días como hoy no se pueden ver, por el resto de aficionados que puedan cogerle miedo al ir a la fiesta que es un partido de su equipo, por las familias afectadas y por mil cosas más; pero no seamos hipócritas, tanto la víctima como los asesinos se habían citado para inflarse a hostias y sabían que el final de ese partido nunca acaba en empate. Por lo menos que esto sirva para algo. Para considerar que esta lacra sigue viva y por tanto es peligrosa, para alertar de los peligros que entrañan los extremos y lo que creo más importante, hacer ver a los niños que estas cosas nunca acaban bien, que se alejen de ellas cuando sean más mayores y que condenen como estoy haciendo yo todas estas actitudes violentas que tristemente se dan en pleno siglo XXI.